jueves, 12 de julio de 2012

"Escribo sobre lo que me atormenta", "escribo desde antes de que existiera en mi vida una computadora". Respuestas a una pregunta que me suelen hacer, que no tiene respuesta. Pero esta vez vos me sacaste estas. Y ahora lo que me atormenta es tu persona. Me atormentan hermosas cosas a menudo por fortuna. Y quiero escribirte (plasmarte) antes de que deje de atormentarme esta sensación. Antes de dejar de percibir en el cuerpo tu peso, la caricia de tu danza, el calor de tus mejillas, el amor y la dulzura de tus manos. Quizás sean las hormonas, o las luces, o el elixir desbordante de la música. No sé, pero hace rato que no me zambullía en tanta "magia", porque ¿qué otra palabra cabe? ¿Hechizo? ¿Embriaguez? Es como estar patinando en una superficie amable, infinita. Y ahí, en las vueltas de ese juego, de ese libro abierto pero no hojeado, te habría llenado de besos, abrazado (ahora en serio), apretado, acariciado, en un nivel superior, lógico, orgánico, energéticamente fluido, cálidamente humano, maravillosamente espontáneo... pero no. No estuve ahí. No estoy ahí. Todavía. O quizás me guste tener de qué escribir. Quizás disfrute estirar ese momento un poco más. No sé. Pasó. Me llenó. Me movió. Me atormentó aún un poquito más.

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