jueves, 12 de febrero de 2015

al pie del cañón

Ya es raro cuando no duermo con vos. No te la esperabas, ¿no? No queríamos, pero bueno, pasó. El juego ya ni sé quién lo ganó o quizás (y puede certeramente que así sea) seguimos jugando. Vos sos desafío constante, astucia, mirada siempre más allá. Siempre el estratega, el contemplador de lo alternativo, un paso adelante. Y yo te miro igual. Igual que cuando apenas te conocía. Con eso de admiración y cuidado. Te quiero y te busco por el misterio de tu energía, porque sos un abridor de puertas, un pensamiento ágil. Y me siento tan aburrida a veces, tan boba, tan sin sabor. Temo que me veas así y mi cabeza empieza a trastabillar.  Sé que no es así pero mi confianza es como un juego de plaza: sube, baja, se rompe, se vuelve a componer. 
Se me acaba la hoja y no sé qué iba a decir... Que te necesito, que odio cuando empiezo a ser ese desastre que aleja a los hombres. "Como una profecía autocumplida", como me dijo otro que me abrió tanto los ojos. Que quiero estar con vos y quiero que me elijas, que me aflige mucho cuando siento que no es así. Me aflige y me atrapa; la incertidumbre con la que nos torturamos es la que también me mantiene al pie del cañón. Me hace feliz y me llena de malditas sombras que a veces no se disipan. 
Quería escribir sobre otras manos, otro cuerpo; y me salió esto. Supongo que todo tiene que ver con todo.