miércoles, 29 de marzo de 2017

Una noche como ésta, también olía a lluvia. Se oye ahora la lluvia, la siento muy muy distante. Y recuerdo esa noche, como ésta, pero no sola, no como ahora. Estábamos, los dos. No nos podíamos dormir, no nos dejábamos dormir. Estaba en tus brazos, contra tus brazos, mezclada en tus brazos, abrazos. Y la furia se desató en esa tormenta increíble. nunca me sobresaltó tanto un trueno. Pero estabas acá. Y el cielo se deshacía. No importaba. Que hagan ruido, que sigan. Mejor para nosotros. Mirar por la ventana, con la luz azul en los cuerpos. Y así me fui perdiendo.
Hoy tampoco puedo dormir. Me molesta mucho. Te pienso. Tampoco lo logro. Entonces te sigo pensando, te escribo: Me enamoró, me enseñó, me sopapeó, no sé. Todo a la vez. Sólo quise alejarme y me tiene atrapada como metal al imán.
No lo explico. Una fuerza me pega a él y lo disfruto, no lo niego, pero es irracional, es una fuerza que no es la que me suele dominar, y quizás me asusta eso. Me maravillo, me dejo.
Se desliza, se sonríe, en mis recuerdos. Lo pienso a él,y me abrazan mil manos por la espalda. Me recorren como dedos imaginarios desde el coxis hasta el cuello, desde el centro mismo de mi cuerpo hasta el pecho una electricidad. De sólo pensarlo. Menos duermo. Extraño su piel, el peso. Entran ruidos por la ventana. Vecinos. Está tan cerca... Qué bien que duerme, él sí. Cierra esos ojos chinitos, la piel de su mejilla abraza la almohada. Pacífico. Yo sólo pienso en que lo despertaría, lo invitaría a soñar, soñar que nos queremos, que todo está bien, que no hay nada que ese abrazo no pueda vencer, que resistimos los golpes y nos hacen crecer. Esperemos.
Pienso en eso, los golpes, es como que los busco, los aprecio. Tiene esa crudeza que no se consigue, sin disfraz, que nadie saca, porque el amor lo frena. Pero él sí. Y paradójicamente veo amor en el fondo de todo eso, humanidad. Me enternece su humanidad, su necesidad, que se exprese finalmente. Me enternece aunque sea crudo. Quizás porque es un acto de amor que no te endulcen la verdad, no sé (...)