domingo, 29 de julio de 2012

Y un día me permití sentir distinto. Quizás porque yo no me puedo dar el lujo de ser pesimista, de no expresar la alegría, de usar tanto la cabeza. Quizás yo necesito no caer en un pesimismo innecesario, en una déspota amargura. Quizás yo necesite conocer lo que es que la alegría me atreviese, hoy, tontamente, sin racionalizarla, sin pensar diez pasos más adelante. Puede que a otros les funcione, puede que esté en su naturaleza; pero 28 años moldeando la mía con esa estructura no dieron algo bueno. Yo no lo puedo todo, yo no prescindo de los demás, yo no pienso cada día un poco más inteligentemente que el anterior. Yo voy para atrás. Y voy para adelante. Yo siento que necesito: fea sensación. Yo siento a veces vanidad y otras que no me importan cosas importantes, por decir sólo algo. Ese enjambre soy yo.

F.C.

los clásicos que a veces rebotan y rebotan..


"El azar nos permite cambiar 
nuestro incierto destino. 
El temor que nos puede vencer 
sin mirar más allá. 
Yo creo que al final, 
nunca sé dónde voy, 
pero sigo un camino. 
Algo ocurrirá, tengo la sensación, 
una carta marcada, 
un buen signo del sol. 
Nada es para siempre, 
nada es para siempre, 
no me digas mi amor, 
que te falta valor, porque nada es para siempre. 
Nada es para siempre 
mada es para siempre, 
Si tu risa escapó, 
si no escuchas mi voz. 
Sabés, nada es para siempre... "

jueves, 12 de julio de 2012

"Escribo sobre lo que me atormenta", "escribo desde antes de que existiera en mi vida una computadora". Respuestas a una pregunta que me suelen hacer, que no tiene respuesta. Pero esta vez vos me sacaste estas. Y ahora lo que me atormenta es tu persona. Me atormentan hermosas cosas a menudo por fortuna. Y quiero escribirte (plasmarte) antes de que deje de atormentarme esta sensación. Antes de dejar de percibir en el cuerpo tu peso, la caricia de tu danza, el calor de tus mejillas, el amor y la dulzura de tus manos. Quizás sean las hormonas, o las luces, o el elixir desbordante de la música. No sé, pero hace rato que no me zambullía en tanta "magia", porque ¿qué otra palabra cabe? ¿Hechizo? ¿Embriaguez? Es como estar patinando en una superficie amable, infinita. Y ahí, en las vueltas de ese juego, de ese libro abierto pero no hojeado, te habría llenado de besos, abrazado (ahora en serio), apretado, acariciado, en un nivel superior, lógico, orgánico, energéticamente fluido, cálidamente humano, maravillosamente espontáneo... pero no. No estuve ahí. No estoy ahí. Todavía. O quizás me guste tener de qué escribir. Quizás disfrute estirar ese momento un poco más. No sé. Pasó. Me llenó. Me movió. Me atormentó aún un poquito más.