domingo, 23 de diciembre de 2012

2012

Este año Mónica me bajó la ansiedad con palabras, algunos abrazos y danzas, ni una pastilla. Este año Maru fue un bastón permanente, una mano 100 % presente. Y me hizo saltar contagiándome algo de su energía. Toti siempre constante, sutil; fue oreja, reflexión, ayuda, compartir. Este año me dio sus dudas y sus certezas, su mirada comprensiva y el puntapié a tiempo. Juli estuvo ahí, como siempre, tan amorosa; sensible y fatal a la vez, como una caricia arrolladora, se mantuvo a mi lado. También su tocaya. Marce llegó y fue infinita ternura, compañero, pasión compartida, unión, reflexión, amor acorazado. Este año, como el otro, Nico alegró todos mis días, el bote salvavidas de un mar de rutina: la risa, la provocación, la escucha, pieza irreemplazable de un gran equipo. Juan fue la otra pieza de ese círculo cotidiano, cómplice y parte, me dio algo de la calle que me falta, con su crudeza insobornable. Noemí, otra crudeza más tierna, llena de amor al prójimo, vital y sagaz. Me dio un par de sopapos y un par de abrazos. Siempre necesarios, siempre adelantada. Mi madre aportó su apoyo vitalicio, su fuerza incomparable. Mi papá no faltó un día, siempre en mis zapatos, sostén único y gigante. 
Son tantos los que estuvieron e iluminaron mi existencia, que quizás se me escape alguno. Pero quería hacer un recuento de todos los que sentí cerca este año, seres que, queriéndolo o no, me dieron y aportaron algo valioso, sin pedir nada a cambio. Espero que estén también en el próximo año. Y espero haber sido buena contraparte también para ellos y ellas.