domingo, 27 de enero de 2013


Hola pluma, hace rato que no te empuño, que no miro un rato para adentro. O quizás miré, pero de casualidad. Y no encontré tantos remolinos en estas aguas, tanto abismo.
Miré a mi gata; "asociación libre"- me dije: y acá estoy. Ella podría morderme, clavarme esas filosas uñas que reposan a dos centímetros de mi cara. Yo podría golpearla de un manotazo, pero no: surge entre dos seres la caricia, la mirada pacífica, el amor. El amor, eso que me dijo esa película que es lo que le damos a un ser cuando nace. De niño, desborda de amor. Todos y todo el tiempo le dan amor, caricias, sonrisas. ¿Cuándo un niño deja de ser tierno? ¿Cuándo un humano deja de inspirarnos sólo amor? Me parece lógico que surjan otras cosas, y que al aprender a contener necesidades o limitar o adecuar nuestro deseo para poder convivir,surjan tensiones, competencia, bronca, desinterés, etc. Pero ¿TAN lejos podemos llegar del amor en lo cotidiano? Eso no me parece muy natural, muy lógico. Me parece más bien una consecuencia más de este sistema que supimos construir.
¿Te suena muy abstracto? Pensálo: en el día, ¿cuántas veces sentiste un poquito de bronca, indignación, insatisfacción, mal humor, por algo cotidiano? ¿Y cuántas veces amor, alegría, desbordada ternura?
Puede que ahí esté el papel de la familia que uno hace, que construye, que elige. Puede que esa familia sea el famoso pilar de la sociedad. No lo sé. Como no la construí, albergo esa esperanza. Porque veo la energía de los niños (aunque sean ajenos): la vida, la espontaneidad, cómo conducen, producen y guardan felicidad. Porque veo a mis gatos, que crié, que amo, que siempre están con un mimo esperando, tan simples, naturales, pienso en ellos y me alegra saber que los voy a poder abrazar.
Cosas cotidianas, del amor. Paz. No sé, sentimientos que me gustaría tenerlos en todos los ámbitos; esperanza, optimismo (parezco Scioli), actitud activa, buen humor, constructividad, solidaridad. Cosas que espero se den en cada ámbito donde voy. Confianza, otra gran palabra. Pero más importante: deseo con todas mis fuerzas que estén en mi interior. Paz y confianza, como insumos. Y que produzcan ellas amor. Para recibir amor también. No quiero sonar como una fanática evangelista ni un cura, ni un pelotudo, ni esotérica. Sólo digo que tengo deseos de tener un interior fuerte. De abrir los ojos y ver. Porque a veces me siento anestesiada, ensimismada sino. Y de pronto miro y recuerdo un mundo. Un mundo que quiero tener el deseo de ver, de recorrer, de dejar entrar, de sentir amigable, hospitalario, familia (entrelazando los temas) Quiero volver a tener el optimismo, que todo me chupe más un huevo, tener la irreverencia del adolescente, la arrogancia, esa actitud de seguridad. A veces siento que nunca tendré la seguridad verdadera, que me cuesta asumirme adulta. Pero a veces también sé que tengo todo pare serlo. Quiero serlo. Pero no ser uno más. Un formateado, uno que cumple. Quiero ser como quiera ser, aceptarme en lo que yo quiera. Para poder así ser genuina, firme, y que me quieran con todo eso. Y vuelvo sobre anteriores escritos no? Quizás ya estoy en ese camino y no me estoy dando cuenta no? ¿Tanto tramo te parece que falta, que tan perdida estás? Quizás no

No hay comentarios:

Publicar un comentario