martes, 14 de julio de 2015

Puzzle

No ignoro que en realidad todxs estamos solxs. Pero la familia, la “nuclear” supongo que debe ser un colchoncito importante donde recostarse. Y a veces me entristece bastante pensar que en mi vida no existe, o me quedo sin formas de intentar crear esa estructura, llenar ese espacio, con lo más similar a una familia que puedo. No es que no los sienta cerca, pero somos todos “individuos”, como átomos. Y la partida de mi abuela quizás ahondó más ese abismo. Perdimos uno de esos “momentos familiares” que persistían. Eso me entristece también.
Igualmente sé que estamos, desperdigados pero estamos; y que nunca es tarde para encontrar la forma de juntar un poco las piezas del rompecabezas, supongo. Están los recuerdos, tiernos, gastados, amorosos. Y está la familia de la que me voy rodeando, la que hacemos con el amor, con la construcción cotidiana de afectos no sanguíneos.
Me sorprendo  a mí misma evocando valores que siempre combatí, al menos instituciones, como la “FAMILIA”. Por considerarla un nido de hipocresías, desgracias, desencuentros, infelicidad.
Hoy sé que quizás la mía sólo era así, o el vínculo que la generó, y que oponerse a la hipocresía o a la ceguera del acostumbramiento no tiene que significar oponerse al amor, a la voluntad, a la construcción con alegría pero sin necedad, relajando tensiones y ansiedades aún con la seguridad de que reina la incertidumbre del futuro.
Hoy hasta me parece menos tonto el matrimonio; ya no es lo que era, por un lado, ya no son necesariamente cadenas pesadas. Puedo ver el costado humano, natural, de sentir la necesidad de una ficción, la ficción de seguridad y eternidad. Lo entiendo, y con el corazón, no sólo con la cabeza.
Hoy aplaudo que cada unx forje el camino que necesite, porque entiendo muchas cosas como humanas, ya no me creo “diferente” en ese sentido. Y creo válidas las formas que cada unx le dé a su ficción, creo en soltar, en cuestionar nuestros moldes, creo en intentar ser feliz. 

jueves, 12 de febrero de 2015

al pie del cañón

Ya es raro cuando no duermo con vos. No te la esperabas, ¿no? No queríamos, pero bueno, pasó. El juego ya ni sé quién lo ganó o quizás (y puede certeramente que así sea) seguimos jugando. Vos sos desafío constante, astucia, mirada siempre más allá. Siempre el estratega, el contemplador de lo alternativo, un paso adelante. Y yo te miro igual. Igual que cuando apenas te conocía. Con eso de admiración y cuidado. Te quiero y te busco por el misterio de tu energía, porque sos un abridor de puertas, un pensamiento ágil. Y me siento tan aburrida a veces, tan boba, tan sin sabor. Temo que me veas así y mi cabeza empieza a trastabillar.  Sé que no es así pero mi confianza es como un juego de plaza: sube, baja, se rompe, se vuelve a componer. 
Se me acaba la hoja y no sé qué iba a decir... Que te necesito, que odio cuando empiezo a ser ese desastre que aleja a los hombres. "Como una profecía autocumplida", como me dijo otro que me abrió tanto los ojos. Que quiero estar con vos y quiero que me elijas, que me aflige mucho cuando siento que no es así. Me aflige y me atrapa; la incertidumbre con la que nos torturamos es la que también me mantiene al pie del cañón. Me hace feliz y me llena de malditas sombras que a veces no se disipan. 
Quería escribir sobre otras manos, otro cuerpo; y me salió esto. Supongo que todo tiene que ver con todo.