Yo no sé si esto es la madurez, si esto son los 30. Sólo noto que me volví una persona que piensa en sí misma mucho. Bah, "me volví", o estoy en una fase así, quizás después ya no sea así, veremos. Pero como decía, me voy haciendo más egoísta, más sincera, pienso menos, casi no me ato a ningún pensamiento, ninguna sensación, ningún razonamiento. No tengo línea de acción, asumo que todo es subjetivo, variable y todo pasa.
Increíblemente, ser menos idealista, más realista, más sincera (más cruel a veces), también hizo que la gente a mi alrededor me valorara más (o eso siento). Esto lo aprecio muchísimo y me da satisfacción. Pero cómo no sentir la imbatible incertidumbre de si alguna vez volveré a aferrarme a algo (que no sean mis ganas del momento) ¿Está bien no ser ya teleológica? ¿Vivir el momento, carpe diem? ¿No apareja un vacío? ¿Cuánto dura esta satisfacción con el hoy y aquí? De cualquier manera, la única respuesta que puedo llegar a esbozar a todo esto es que en tal caso esto es natural, es muy orgánico (porque me voy escuchando), y no debería ser contrario a mi naturaleza, así que si lo que viene es un nuevo aferramiento, voy a saber recibirlo y reconocerlo en mí. Espero. Esto parece indicar un deseo, una ansiedad de aferrarme. Pero sé que no puedo forzar algo así. Ese es mi camino ahora.: aprender a no forzar. A "transitar", como alguien me dijo lleno de luz en mi fatal oscuridad hace 3 años.
En fin, creo que escribir me ayuda a transitarlo, es un placebo de la ansiedad de aferrarme, me reconozco atada al lápiz y papel, y me seda, me acompaña, como siempre. Hoy sé que la compañía ajena es una ilusión, que por sólo un rato nos llena, pero que jamás hay soledad cuando te conectás a tu deseo y le quitás barreras a su realización. Estar acompañada en soledad es mi otro gran desafío. Estar intentándolo me hace quererme un poco más.
agosto 14
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