jueves, 9 de septiembre de 2010

Y afuera no te esperaba el sol

Yo miraba tus ojos. Vivía del aire de tus palabras. Planeaba crear y saborear tu sonrisa. Tenía todo el tiempo del mundo. Lo usaba para idear una manera, y mientras imaginar esa gran salida a escena, ese nacimiento que inundaría con su calor.
Minuciosamente evalué tus detalles. Con cuidado y perseverancia sembré cada semilla de nuestro jardín. Fui inflando una nube para vivir allí, esperando tu visita.
Pero un día esa nube se desintegró. Las semillas que brotaban fueron pisadas sin precaución. Y el mundo que tenía para vos no sabe a quién regalarse.
Tus ojos se pierden al mirar. Mi boca olvidó cómo hablar. Cómo explicar. Aunque sea con esta mirada que una vez supiste leer. Pero no. No hay aparente razón. Por más que te invente mil ventanas, no vas a querer intentar abrir ninguna. Porque ya conocés el riesgo. Fui yo quien te lo enseñó.

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